la visión, la respiración y los ojos
Para dar a los ojos un mayor empuje hacia su salud y funcionamiento óptimos, debemos introducir justo al inicio un otro principal factor: la respiración. Mientras lees este párrafo, ¿estás conciente de tu respiración?
Cuando leemos, muchos respiramos con rigidez, de forma apretada y superficial. Esto es así porque, cuando recién lo aprendíamos, leer se asoció a tensiones y ansiedades para lograrlo. Y sin percatarnos, todavía seguimos cargando tales hábitos a lo largo de nuestras vidas, hasta no lograremos cambiarlos volviéndonos conscientes de su existencia.
Así que, en este mismo instante, nota cómo estás respirando al leer. ¿Es tu respiración suave y honda o es irregular, superficial y alta en el pecho? No cambies nada, solo observa el aire que entra y sale por tu nariz y siente los movimientos en el pecho y abdomen.
Cuando tu respiración se tensa, también lo hace tu cuerpo en general, incluyendo los músculos de tus ojos, por supuesto. Tan pronto como te dés cuenta de tu modo de respiración, ésta tiende a mejorarse; se vuelve más honda, más relajada y más suave. Un cambio así repercute directamente en el funcionamiento de todo tu organismo.
Ahora, mientras permaneces consciente de tu respiración, también toma en cuenta los movimientos de tus ojos cuando lees este párrafo. Para que la lectura no genere tensiones, permite a tu respiración y a tus movimientos oculares ser suaves y relajados. Da a tus ojos la libertad de moverse a lo largo de las líneas de manera como lo desean. Y nota como responde tu respiración a diferentes velocidades de lectura.
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Don Lebi