nuestra habilidad natural de ver
La habilidad de dirigir los ojos a un punto en el espacio y moverlos juntos para mirar la siguiente palabra u objeto es una extraordinaria hazaña psicológico-cognitiva.
Muy pronto en la vida, mientras el cerebro todavía estaba en proceso de desarrollo físico hacía mejor funcionamiento, ya comenzamos a explorar el potencial visual. Después de nacer, mirábamos fijamente hacia la extraña y desenfocada realidad que nos rodeaba; sistemas inherentes dentro de nuestro cerebro comenzaban a registrar y a procesar los estímulos visuales.
Primero, nuestros ojos casi no coordinaban. Miraban al azar cualquier cosa que estaba al frente y absorbían con pasividad el mundo alrededor. Rápidamente, la curiosidad natural del cerebro por el exterior estimuló el proceso de aprendizaje y se emparejó con su destreza muscular; con el resultado de mirar con coordinación. Al girar la cabeza hacia la voz de la madre, descubrimos que para observar en diferentes direcciones solo bastaba mover los ojos y no toda la cabeza.
No solo los músculos extraoculares descubrieron como dirigir sus ojos a diferentes objetos. Otros músculos al interior del ojo aprendieron a tensarse y relajarse para cambiar el enfoque cerca-lejos y, de regreso, lejos-cerca. Esta variación de enfoque, llamada acomodación, es otra destreza muscular importante que posibilita una visión clara, eficiente y relajada.
Pronto aprendimos de seguir y acompañar los movimientos de los objetos dentro del cuarto, con el cerebro procesando una amplia gama de información visual, cada momento, durante todos los días, hasta disponer en su cabeza una imagen coherente del mundo exterior.
Notará que nos expresamos sobre sus ojos como si fuesen seres independientes, pero en realidad, hablamos sobre todo un sistema visual que hace posible su experiencia de ver. Cuando nos damos la oportunidad, ver es un acto realmente muy complejo de toda la mente, del cuerpo y del alma. Al sugerirle que permita a su visión la recuperación, nos dirigimos a todo este ser espontáneo que vive dentro de usted. Éste fue condicionado, impedido y castigado hasta que se retiró hace mucho tiempo, pero todavía está ahí esperando una señal amistosa de reconocimiento y aceptación.
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Lech